1: Julio LLAMAZARES
Nuestra quietud es dulce y azul y torturada en esta
hora.
Todo es tan lento como el pasar de un buey sobre la
nieve. Todo tan blando como las bayas rojas del acebo.
Nuestro abandono es grande como la existencia, pro-
fundo como el sabor de las frutas machacadas. Nues-
tro abandono no termina con el cansancio.
No es un error la lentitud, ni habitan nuestra alma
las oquedades del conocimiento.
En algún zarzal lejano anida un pájaro de aceite que
nace con el día. Siento su sed granate algunas veces.
Su abandono es tan dulce como el nuestro.
Su lentitud no está desposeída de costumbre.
De La lentitud de los bueyes (Provincia, Colección de Poesía.
Institución “Fray Bernardino de Sahagún” – Leon 1979)
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