Ese silencio tuyo, ese silencio... Antonio Porpetta
Ese silencio tuyo, ese silencio
de piedra dolorida,
de ábside vacío,
de columna negada a las alturas.
Ese silencio tuyo
que los lentos buriles
han sembrado en tus arcos,
en los desalentados arbotantes,
en la gárgola inútil, en tus muros
abandonados ya de la esperanza.
Ese heridor silencio que transpiran
las huellas invisibles de tus losas,
los ignorados huesos
de abades lejanísimos,
el llanto universal que se derraman
en tus vencidos claustros.
Ese antiguo silencio con que cubres
tu agónico existir desmoronado,
la nostálgica muerte que te habita
en los huecos abiertos al olvido.
Ese silencio tuyo se me esconde
hecho puro dolor en la memoria,
y yo lo guardo allí,
en la cuna-rincón donde conservo
los recuerdos más hondos, la presencia
de mis viejos gigantes,
los que ayer fueron símbolo y antorcha
y hoy tan sólo se arropan con la lluvia.
De Meditación de los asombros
(Editorial Prometeo, Valencia 1981)
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