Y cuando muy de noche... Bruno Schulz
[…]
Y cuando muy de noche retorna silenciosamente a la amplia villa entre
los jardines, a la habitación blanca de techo bajo donde se encuentra
el largo, refulgente piano de cola que calla con todas sus cuerdas,
detrás de una enorme pared de vidrio, remontando los cristales del
invernadero, la noche primaveral se inclina entera, desfigurada y llo-
viznando estrellas, jarrones y recipientes exhalan el aroma amargo
del cerezo silvestre y lo vierten sobre las frescas sábanas de la cama
blanca; entonces, encadenándose al curso de la magnífica e insomne
noche, recorren sus inquietudes y el corazón habla en sueños, y vuela,
y tropieza, y solloza en la vasta, maciza noche repleta de mariposas,
amarga como el cerezo y luminosa. Es el amargo cerezo quien dilata
la noche infinita y el corazón, cansado de volar, de felices carreras,
quisiera dormirse en alguna frontera aérea, en un límite más delicado.
Mas, de esa noche pálida se extiende sin cesar otra nueva, más pálida
y más incorpórea, rayada con resplandecientes líneas, zigzagueante,
en espirales de estrellas y blancos vuelos, mil veces inyectada por los
aguijones de mosquitos invisibles, sigilosos y dulces de tanta sangre
femenina, y el corazón, incansable, vuelve a unirse con el sueño,
irresponsable, enredado en turbios alborotos estelares, en prisas
jadeantes, en pánicos lunares, místico y múltiple, envuelto en des-
vaídas fascinaciones, en inermes y lunáticos sueños, en
estremecimientos letárgicos.
[…]
De Sanatorio bajo la clepsidra.
(Montesinos, Barcelona 1987)
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