Sofía Gubaidulina
(©Jaakko Kilpiäinen/Festival de Kuhmo 2008)
Sofía Gubaidulina en el concierto del pasado día 14 en el
Auditorio Nacional de Madrid, sorprendió con su obra
En el borde del abismo (2003), tocando el acuófono
(waterphone: un invento del artista Richard Waters, al
que se fijan unos tubos de metal afinados a un resonador
de acero inoxidable, en el que se introduce agua y al
percutir o tocar con arco se crean inquietantes sonidos).
La totalidad del programa fue espectacular al escuchar obras
compuestas por Gubaidulina desde 1979 al 2007, para violín,
bayan, violonchelos, saxofones, percusión, piano, guitarras;
así como el programa del día siguiente con la magníficas
interpretaciones de Ivan Monighetti al violonchelo en la
obra In croce, acompañado al bayan por Elsbeth Moser.
En la proximidad a la compositora, era una tentación apartar la
mirada del escenario y ver como sus manos sienten la música,
como imaginariamente acaricia los instrumentos, su forma de
estar, su humildad ante los aplausos y el compartirlos con los
músicos. Dos conciertos apasionantes.
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