Guarda, II. Clara Janés
Negra la noche
y en tus ojos
la sola luz del augurio que no calla:
¡hasta la muerte!
Mis manos a tu lado
como lirios,
mi cuerpo todo ofrenda
te acompaña
como fúnebre estatua.
Truena,
la lluvia surca mi cabello por la espalda,
impertérritas permanecen mis dos alas.
De Kampa (Ediciones Hiperión, Madrid 1986)
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